sábado, 8 de septiembre de 2012

Phnom Penh, la capital de Camboya

Desde Siem Reap, nos recogió un minibus para llevarnos a la estación principal y de allí coger un autobús hasta la capital de Camboya, Phnom Penh, que en castellano se escribe Nom Pen porque somos así, pero el original tiene tantas H y consonantes nasales porque los camboyanos hablan de forma muy dulce.

Llegados a la capital, nos divimos en dos rickshaws para llegar al hotel, que quedaba a unas calles de distancia del palacio y el mercado, justo en la zona de fiesta. El hotelillo eran los pisos de arriba de un bar, en el que estuvimos viendo "quién quiere ser millonario" versión camboyana.

Por la noche se puede pasear tranquilamente junto al río Mekong y ver el precioso palacio de techos dorados y puntiagudos a sus orillas. Tienen una ámplia avenida con parques para niños, máquinas para hacer ejercicios y zonas verdes, y lo mejor es que la gente lo aprovecha y le da mucha vida. Deportistas corriendo o patinando, músicos de calle, niños jugando a cartas y al fútbol, grupos de hip hop bailando en la calle y, mi favorito, nos encontramos una macroclase de aeróbic al aire libre!! Había más de 50 personas de todas las edades en perfecta formación, que seguían a un profesor con música por amplificadores. Por supuesto nos sumamos a ellos y terminamos por darnos cuenta que en realidad estaban aprendiendo baile country (qué poca gracia tienen xD) Hay por ahí un vídeo, que mola mucho más, si lo consigo lo cuelgo.

(Después de las fotos sigue el post)
 

 


Khmer Rouge

Sigue con la visita a una cárcel del régimen comunista. Quien sea sensible que no lo lea, avisados quedáis.



Por la tarde nos fuimos a ver la cárcel del Khmer Rouge: En los años 70 hubo un régimen comunista que perpetuó uno de los mayores genocidios del siglo XX. Transformaron una escuela en cárcel, que es donde tienen el museo. Exhiben un documental con imágenes de las prácticas en el campo de concentración y de las ejecuciones, mezclado con testimonios que sobrevivieron al régimen, y una história de amor por correspondencia entre una mujer que escribía a su marido desde la cárcel, y que se ha convertido en la versión camboyana de Anne Frank. En las plantas bajas puedes ver una las fotografías de archivo de los presos, expuestas en las "aulas" convertidas en celdas dónde los torturaban y vivían. Paseas por esas habitaciones, con marcas rojas en las paredes y en suelo, mirando cara a cara a todas aquellas personas que sufrieron dentro de esas paredes, y puedes ver la incrompensión en los ojos de los ancianos, el desafío en las miradas jóvenes, el horror, el asco, el odio, el llanto, y lo peor: el terror en los ojos de los niños.

Entre 1975 y 1979, el Khmer Rouge se cargó a un cuarto de la población del país. Para que seas más consciente del horror, tienen en una sala calaveras rescatadas de las fosas comunes que estaban junto a los campos de arroz: llevaban a los presos a las afueras, con los ojos vendados, los hacían arrodillarse junto al borde de la fosa y ahí los mataban. Muy mecánico. Su manera de reclutar "soldados" para el régimen era ir a las aldeas más pobres, dónde no había educación. Entraban en las casas y obligaban a los niños a asesinar a sus padres, les lavaban el cerebro y lo convertían en un soldado. Un chico que había matado a sus padres podría matar a los presos en serie.

Por si no fuera poco con todo esto, en los distintos edificios puedes entrar a ver (yo no fuí capaz) las celdas de 2x2, separadas por ladrillos, que tenían para los presos políticos, para destruirlos psicológicamente con el aislamiento, pero dejándoles oír los lamentos de los demás y los pasos de los guardas, arriba y abajo, arriba y abajo... Los pasillos de la antigua escuela, a modo de balcón, estaban vallados con redes de espino para evitar suicidios, y en el patio, a la vista de todos, los instrumentos de tortura.

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